La Justicia comienza a tomarse en serio la LGTBIfobia

 


Dos sentencias conocidas esta semana, condenan a seis y siete meses por llamar insultar y vejar a dos parejas, una de dos mujeres, y otra de dos hombres.

En medio de una realidad social donde vemos que la ultraderecha sociológica ha tomado cuerpo en un filo-nazismo político que promueve una agenda negacionista de los derechos LGTBI y un regreso a la España de la Ley de Vagos y Maleantes o de Peligrosidad y Rehabilitación Social, esta semana hemos conocido por medio de la prensa dos sentencias muy interesantes.

La primera, la condena a una mujer que insultó y vejó a una pareja de dos mujeres por besarse en un vagón llenos de viajeros del Metro de Barcelona. La agresora, que sólo fue reprendida por una mujer musulmana, fue condenada sólo a seis meses "porque la agresora ha reconocido los hechos y se reparará a las víctimas", en el que ha sido uno de los primeros juicios en España por LGTBIFobia en el transporte público.

En la segunda sentencia, de la Audiencia de Valencia, se ha condenado a seis meses de cárcel por un delito de odio, y a otro mes por amenazas en grado leve, a un hombre que abordó violentamente a un matrimonio homosexual, una pareja que estaba sentada a una mesa de una terraza en València, y les insultó llamándoles "maricones de mierda". 

Cada una de estas sentencias deben servir de aviso que vejar, insultar y humillar a las personas LGTBI por su orientación, su identidad o su corporalidad no sale gratis.

Son pasos muy importantes para empoderar a las personas LGTBI y sus familias, y que interioricen que la violación de sus derechos deben ser defendidos también ante los tribunales.

Pero aún falta mucho camino por recorrer.

Primero, en relación a las propias personas LGTBI. Desde las entidades y servicios públicos que atendemos a estas agresiones seguimos detectando su infra denuncia ante la policía y los tribunales, comprensible pero que dificultan los avances. Y también el desconocimiento sobre lo que son los delitos de odio, que hace que algunas personas LGTBI interpreten cualquier agresión hacia ellas como delito de odio, lo que a veces produce mucha frustración cuando ven como sus denuncias son archivadas o no calificadas como delito de odio.

Por eso entidades, medios de comunicación y servicios a las personas LGTBI debemos seguir informando y formando sobre delitos de odio, para que las posibles víctimas de él sepan interpretarlo adecuadamente y, fundamental, sepan como recoger la suficiente información y trasladarla a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCS) para que sus atestados sean sólidos ante su trámite judicial.

También los y las miembros de las FCS, Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local, deben continuar recibiendo formación sobre diversidad de la orientación, la identidad y la corporalidad, así como sobre los delitos de odio, para que sus actuaciones cuenten con la calidad que afortunadamente cada día encontramos con mayor frecuencia.

Los operadores jurídicos (peritos judiciales, abogados, fiscales, magistrados) también deben contar con formación específica sobre diversidad y delitos de odio, para que cuenten con una perspectiva suficiente a la hora de analizar y enjuiciar estas agresiones.

En este sentido, es fundamental que las facultades de derechos implementen en sus programas universitarios la formación sobre delitos de odio, y sus departamentos de Derecho Penal dediquen esfuerzos en la investigación y publicación sobre ello.

Un trabajo que ya vienen haciendo los Colegios de la Abogacía de Málaga y Sevilla, entre otros, en los que se han creado turnos de oficio especializados en delitos de odio, con formación permanente y asesoramiento a sus colegiados.

Y por último, y no menos importante, es necesario que el Tribunal Supremo y el Constitucional se pronuncien sobre más casos en apelación y amparo, de forma que jueces y magistrados de lo penal cuenten con jurisprudencia a la hora de interpretar las normas.

Hace años un presidente argentino afirmó “Estamos mal pero vamos bien”. Hoy en día, podemos afirmar que en España, en cuanto a la defensa de los derechos de las personas LGTBI, estamos bien y vamos a mejor. Pero no debemos olvidar que solo seguiremos avanzando con formación, pedagogía y reivindicación.

La tierra para quien la trabaja, que decían nuestros mayores.


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