OPINIÓN: Por qué el caso Szájer no debe hacernos puñetera gracia, por Pablo Morterero*

 

Lo reconozco. Cuando leí por primera vez la noticia de que el eurodiputado húngaro Szájer había sido pillado en plena orgía gai en el centro de Bruselas, no pude contener la risa. Heraldo del LGTBIfóbico gobierno del primer ministro Viktor Orbán, redactor de un infame artículo de la Constitución magiar en la que establecía el matrimonio exclusivamente entre un hombre y una mujer (entendiendo como tales los que así fueron registrados de bebé, pero eso es otro tema), no dejaba de tener su miaja que fuese más maricón que un palomo cojo, casado con mujer (como dios manda) y con hijos, eso sí.

Pero han pasado varios días, y esa risa se ha ido transformando en mi boca en un amargo sabor a ceniza.

A ojos de la mayoría de la población, esa orgía bruselense es la muestra palmaria de la inmoral conducta de los gais, mentirosos, promiscuos e irresponsables.

Lo censurable de ese encuentro no era que en el mismo se mantuviese sexo en grupo, ni que entre sus participantes hubiese miembros del establishment europeo, ni que uno de ellos fuese un conocido político con tal homofobia interiorizada que se mostrase como el más decidido de los LGTBIfóbicos de su país.

Lo censurable era que tal reunión se celebrase contra la expresa prohibición de reuniones por mor de la COVID.

Dado que en la reunión todos eran adultos y las relaciones eran consensuadas, da igual que se reunieran para rezar, follar o hacer ganchillo.

Dado que no había menores, da igual que consumieran drogas (desde alcohol, hasta tabaco, pasando por cocaína o éxtasis) o chocolate con picatoste.

Y la pregunta que tenemos que hacernos es si la policía belga cumplió escrupulosamente con su deber ante un grupo de personas desnudas y aparentemente bajos los efectos de estupefacientes, cosa que al parecer no fue así, según las declaraciones del organizador de la fiesta, David Manzheley

Éste ha afirmado que la policía entro de forma “agresiva, donde no se respetaron algunos de los derechos básicos de las leyes belgas” y que “La policía nos trató como la Gestapo y creo que los comentarios homófobos por parte de algunos agentes son intolerables”.

Las autoridades belgas hicieron bien en intervenir ante una reunión multitudinaria prohibida en estos tiempos de pandemia. Y hay que confiar en que lo hicieran con el debido respeto a la dignidad humana, pero habrá que demostrarse fehacientemente.

El activismo LGTBI aún no ha consensuado una estrategia entorno a las personas LGTBI que muestran públicamente comportamientos LGTBIfóbicos. Muchas personas, indignadas por esos comportamientos, apuestan por el outing, pero esta práctica genera grandes controversias dentro de las comunidades LGTBI.

Pero debemos ser muy cuidadosos que la justa indignación que sentimos por el comportamiento del político húngaro no nos conviertan en cómplices de los discursos LGTBIfóbicos que se han activado con este caso.

Y es que, el que uno de sus protagonistas fuese un destacado político LGTBIfóbico, no debe llevar al activismo LGTBI a restar importancia al discurso que se pueda generar en el conjunto de la sociedad.

La actitud LGTBIfóbica de József Szájer es reprobable, independientemente de su orientación sexual. La LGTBIfobia interiorizada es una de las consecuencias de la LGTBIfobia social, que con su modelo binarista cisheteronormativo lleva a muchas personas LGTBI a desarrollar odio hacia sí mismas y hacia las demás personas LGTBI. Y por ello, Szájer es verdugo, sí, pero también víctima.

Desde el activismo LGTBI debemos defender la dignidad de las personas, y rechazar que el hecho de participar en una orgía se convierta en un elemento de reprobación social.

Porque la verdad nos hace libre. Y el sexo también.

*Pablo Morterero es presidente de la Asociación Adriano Antinoo

Comentarios

  1. Como siempre los hipócritas encerrados en sus armarios son los más dañinos .

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