HISTORIA | El caso Arny

 


Capítulo del libro “Lo personal es político. Historia del Movimiento Homosexual de Andalucía” de los autores Juan-Ramón Barbancho y Pablo Morterero.

Fue el último intento de las cavernas, las fuerzas reaccionarias y el poder homófobo para asestar un golpe a la libertad y la tolerancia[1].

En febrero de 1995, el llamado “testigo número uno”, presentó una denuncia contra los dueños del pub Arny de Sevilla[2]. A raíz de la denuncia la policía estuvo vigilando los locales durante nueve meses y no pudo precisar si entraban menores o no. No obstante, el Juzgado de Instrucción nº 13 de Sevilla inició el sumario. La vista oral se inició el 1 de octubre. Lo más sorprendente fue que la lista de imputados se publicó en casi todos los medios de comunicación, violándose así el derecho al honor y produciendo indefensión en los acusados. La sociedad reaccionaria y homófoba se frotó las manos.

La mayoría de los hombres fueron acusados basándose únicamente en las declaraciones de varios menores, de edades comprendidas entre 14 y 17 años, que se prostituían en la ciudad. En la vista oral del juicio se retractaron 13 de los 59 menores testigos, exculpando a varios de los famosos acusados, diciendo varios que fueron presionados por la policía y la fiscalía para presentar dichas denuncias, mientras que otros dijeron que eligieron al azar a las personas que implicaron. Además se constataron numerosas contradicciones del testigo principal, el “testigo nº 1”, y la manifiesta animadversión del “testigo nº 19” hacia el juez de menores al que acusaba. Todos los clientes acusados proclamaron su inocencia, unos adujeron que no habían mantenido relaciones con ningún menor, otros que siempre habían supuesto que en dichos locales sólo había adultos y otros que ni siquiera habían ido nunca al Arny, como se confirmó en varios casos[3].

El local estaba en la zona de Plaza de Armas, donde como ya hemos visto antes la asociación de vecinos había puesto “el grito en el cielo” en reiteradas ocasiones por la, según ellos, inmoralidad que reinaba en sus calles, espacialmente la de Trastamara. Lo cierto es que antes de la EXPO’92 la zona estaba más bien “degradada”, como ocurría en el entorno de muchas estaciones, con personas de paso y pensiones. Con la rehabilitación del barrio, muy céntrico de la ciudad, y la desaparición de la estación de ferrocarril, sus calles y edificios habían cobrado un valor que antes no tenía.

Se le llamó “Caso Arny” pero no fue sólo contra ese local, también contra el 27 y el Valentino. La acusación era de prostitución de menores. Después los dos últimos cerraron. Sin duda, la alargada lista de famosos denunciados hizo del asunto un jugoso caso para la prensa, que de otra manera no hubiera tenido. Terminado el juicio sólo fueron a la cárcel el dueño y el encargado del Arny, pero todos los que tuvieron que pasar por el juzgado quedaron “manchados” por un juicio popular que se puede recordar como uno de los más negros episodios de nuestro país en lo que a la homosexualidad se refiere. Homosexualidad, homofobia y “caza de brujas”. Lo más curioso, tal vez, fue que los mismos chicos/testigos/chaperos que presentaron la denuncia la retiraron, y los famosos que estaban previamente acusados quedaron absueltos.

Prácticamente en todas las informaciones que aparecieron en esos años se identificaba homosexualidad con pederastia. La presunción de inocencia que estima la ley no apareció jamás por ningún lado y de eso se encargó especialmente un personaje de aquellos años tan “peculiar” como Encarna Sánchez desde los micrófonos de la COPE.

El 20 de marzo de 1998 se publicó la sentencia del juicio. De los cuarenta y ocho acusados treinta y dos fueron absueltos, entre ellos los más famosos que fueron carnaza para la prensa y la homofobia.

La Audiencia de Sevilla no halló pruebas contra 32 de los 48 acusados, y considera que las contradicciones y, en algunos casos, la ‘animadversión’ de los testigos hacia varios procesados obliga a dejar libre a la mayoría de los trabajadores del famoso local sevillano y a casi todos los clientes, entre ellos los cantantes Jesús Vázquez y Javier Gurruchaga, el humorista Jorge Cadaval, el juez de menores Manuel Rico Lara y Antonio Tejado, hermano de la cantante María del Monte[4].

 

Los condenados fueron los dos principales promotores del bar, ocho empleados y a seis clientes. En la mayoría de los casos los absueltos lo fueron debido a las contradicciones, falta de credibilidad e incluso mentiras de los testigos.

El “testigo número uno” quedó en peor lugar que sus compañeros de denuncia. A este, José Antonio Sánchez Barriga, el tribunal le dijo que “Absolutamente ninguna credibilidad merece al tribunal habida cuenta de las múltiples declaraciones prestadas y contradicciones en que ha incurrido, ignorándose cuándo ha dicho la verdad, si es que alguna vez la ha dicho”. Sánchez Barriga acusó directamente a Manuel Rico Lara, juez de menores, y tenía claros motivos de animadversión, pues este juez le retiró la guarda y custodia a su madre y había decidido su internamiento en un correccional. Por supuesto que no se puede tener sexo con menores de edad, y no estamos diciendo que el juez lo tuviera, pero este, el internamiento en el correccional de Sánchez Barriga, fue el motivo oculto de la denuncia y no otro.

A Carlos Saldaña, dueño del pub, le impusieron treinta y tres años de cárcel, dieciocho por haber facilitado seis relaciones sexuales entre clientes y menores y el resto por cinco actos mantenidos por él mismo. A José Antonio González Losada, el encargado, igualmente dieciocho.

Jesús Vázquez, una de las caras más mediáticas de las acusaciones, define aquellos años como “una de esas historias negras y sórdidas de la historia de la sociedad y justicia españolas[5].

El 11 de marzo de 2016 se publicó que el “Caso Arny” quedaba definitivamente archivado.

En abril de 2004 el “testigo número uno” fue encarcelado por un asesinato en Brenes (Sevilla).



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