HISTORIA LGTBI | Andalucía: La larga marcha hacia la igualdad.

 

Cartel de Ocaña para el Carnaval de 1979. Archivo Histórico de Adriano Antinoo.

Capítulo del libro “Lo personal es político. Historia del Movimiento Homosexual de Andalucía” de los autores Juan-Ramón Barbancho y Pablo Morterero, publicado por la Excma. Diputación Provincial de Cádiz.

La sociedad andaluza en el marco político y social de la dictadura era un espacio de represión para los homosexuales, quienes vivían permanentemente en el temor de la denuncia, la detención, la tortura y el rechazo social y familiar.

Por ello, Barcelona, y en menor medida Madrid, eran referentes como espacios de libertad, por lo que bien forzados al extrañamiento tras el cumplimiento de penas en virtud de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, bien en búsqueda de una vida mejor tanto económica como de libertad, miles de ellos acabarían viviendo en ellas.

Pero esta realidad estaba lejos de ser monolítica. Diversas “grietas” permitieron que a mediados de la dictadura, en Andalucía se abrieran pequeños espacios de libertad conectados con las dinámicas de la movilización homosexual del resto de Europa y América.

Tres fueron las vías que lo permitieron.

Por una parte, el turismo, que como ya hemos visto en el caso de Torremolinos, y luego analizaremos al hablar de la Unión Democrática de Homosexuales de Málaga, sirvió para conectar a la población homosexual local con homosexuales de otras partes del mundo. Aunque no hay que olvidar que el propio clasismo y racismo de los turistas europeos (especialmente ingleses) y el idioma, dificultaba las relaciones entre iguales de los homosexuales andaluces y extranjeros, que en muchas ocasiones derivaban en simples relaciones de prostitución.

También el retorno de homosexuales y trans (travestis en la terminología de la época) a sus localidades natales, bien por vacaciones, bien de forma definitiva, sirvió de puente cultura, emocional y político con otras realidades homosexuales del resto de España y de Europa.

En el caso de Deborahlas excursiones los sábados a la rivera de la Algaba, donde se juntaba con otras amigas […] allí conocieron a un chico que trabajaba de cocinero en París y que se estaba hormando” lo cual fue para ellas “como una revolución, nunca habíamos visto eso y todas lo comentamos. Entonces le escribí a una amiga que trabajaba en Niza y le dije que a mi me encantaría también ser así” y comenzó a hormonarse con Proyinó de po[1].

En el caso de Antonio Gutiérrez Dorado, su conocimiento durante su estancia en Barcelona de los primeros movimientos homosexuales catalanes le sirvió para impulsar en Málaga la Unión Democrática de Homosexuales.

Y por último, la instalación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) en el aeródromo militar Vázquez Sagastizabal de Morón de la Frontera en 1953, y la construcción por parte de la Armada de los Estados Unidos (US Navy) de la Base de Rota, sirvieron de puerta para la llegada a Andalucía no sólo del rock and roll y la cultura hippy, sino también de la libertad sexual y el Gay Power, esta última una historia aún por escribir[2].

Como hemos visto, la Transición supuso la eclosión de dinámicas liberadoras de la libertad sexual, incluida la diversidad de la orientación sexual y la identidad de género. Andalucía no se quedó atrás del movimiento transversal que partiendo de Barcelona, fue llevando el debate y la lucha a todos los rincones del país.

El movimiento emancipador homosexual no se limitó a las organizaciones homosexuales sino que participaron en él un número amplio de personas y organizaciones. Tampoco hay que olvidar que para muchas personas, y no solo homosexuales, la libertad sexual que defendía las relaciones prematrimoniales, la planificación familiar y el uso de anticonceptivos, el aborto libre y gratuito, se extendía al amor libre y las relaciones abiertas, donde se incluía las relaciones homosexuales y bisexuales.

Ello dio lugar a iniciativas en casi todas las provincias andaluzas, algunas con más fortuna que otras, donde la realidad de la homosexualidad iba saliendo de los espacios excluidos para llegar a espacios socialmente considerados, no sin fuerte oposición por parte de las fuerzas conservadoras de derechas y a veces con violencia física.

Un ejemplo de la “conquista” de lo homosexual en espacios hasta entonces vedados, lo tenemos en la iniciativa del Aula de Cultura de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, quien, en colaboración con el Colegio Oficial de Médicos, organizó unas mesas redondas sobre el control social, siendo la primera de ellas, celebrada el 1 de marzo, la dedicada ‘a los sectores marginados de la sociedad”, en la que participaron “un homosexual, un preso y una feminista[3]” (ABC, 22/02/1978). Por primera vez, la homosexualidad entraba en la Universidad de Sevilla como objeto de debate, aunque fuese a costa de su señalamiento como “marginación social”.

En febrero de 1978 se veía en la Audiencia Provincial de Sevilla la que era la primera demanda en España para el cambio de la inscripción registral de sexo de una mujer transexual, conocida civilmente como Eduardo H.A. (la prensa de la época no facilitó su nombre real) que habiendo obtenido una sentencia favorable por parte del juez Cámara Carrillo, a pesar de la oposición del fiscal, vio recurrida la sentencia (ABC, 22/02/1978)”[4].

La iniciativa de recuperar los Carnavales en Sevilla, importantes hasta su prohibición tras la Guerra Civil, fue de la mano fundamentalmente de homosexuales. El intento de organizarlos en 1978 devino en un fracaso[5].

Pero en 1979, a pesar de la prohibición por parte del Gobierno Civil, se celebraron los días 3 y 4 de marzo en la Alameda de Hércules[6].

Los promotores eligieron como pregonero a Ocaña, y como reina a una niña de 7 años.

Rápidamente, el conservador periódico ABC comenzó a calentar el ambiente en contra de la organización, publicando en su edición del 25 de febrero de 1979:

Nada habría que objetar a la lúdica iniciativa de resucitar los tradicionales Carnavales sevillanos, que muchos recuerdan con nostalgia y alegría, si en el anuncio de estos actos no se adivinara que poco menos se intenta hacer un despliegue “gay” como ahora llaman a estas cuestiones. Los “gays” nos merecen todo respeto, como cualesquiera otros sevillanos, pero las cosas pueden rodar de forma que el Carnaval se convierta en una bacanal de la Alameda si el señor Ocaña sólo realiza en público la mitad de los actos con que apareció en su polémica película. Los sevillanos tienen ante sí una delicada cuestión: o podemos resucitar el Carnaval, como han hecho con derecho y mérito Cádiz y Santa Cruz de Tenerife, Trebujena e Isla Cristina, o podemos impedir que sea algo popular, espontáneo, interclasista, tolerante, abierto a todos. Ojalá nos equivoquemos, pero lo que quieren organizar en la Alameda se dice sevillanamente con una palabra muy fuerte. Y entonces daremos un pretexto más a los que afirman que bien muerto está el Carnaval. Lo cual no es cierto: Sevilla debe tener Carnavales, pero no bacanales. Unos Carnavales dignos. No una vulgar mariconada.

A pesar de la oposición de la derecha conservadora sevillana y del gobernador civil, finalmente se celebró el Carnaval tal y como habían previsto sus organizadores, lo que provocó dos noticias más en ABC. La primera, del día 4 de marzo de 1979:

Una descarada provocación al pueblo sevillano. Los “carnavaleros” a pesar de la prohibición gubernativa, llevaron a cabo su “especialísimo festejo”. Algo intolerable y fundamentalmente triste, que nada tiene que ver con la genuina resurrección de los carnavales sevillanos. Vamos a ver qué consecuencias administrativas tiene este reto.

Y la segunda, el 6 de marzo de 1979:

A pesar de la prohibición de las autoridades, el sábado la Alameda se llenó de gentes, que sacaron sus disfraces en busca de unas horas de expansión. ABC Denunció en su día (ver viernes día 2 y domingo día 4) lo que se escondía detrás de esta falsa resurrección de una tradición popular. Sin embargo, los sevillanos supieron ponerse por encima de las circunstancias, y a excepción de los grupos de travestis y “pasotas” hicieron suyo, transformándolo, el incipiente conato de carnaval de los automarginados. Trato especial merece el señor Ocaña y su corte de “gays” que recorrieron la ciudad en una auténtica provocación, trasladando su comparsa el domingo a los jardines de Chapina. Con todo, si nadie es capaz de hacer cumplir una orden de prohibición, ¿a quiénes deberán pedir responsabilidades los ciudadanos?

Sin haber podido estudiar con detenimiento las causas, aunque posiblemente por las condiciones impuesta por Ortiz Nuevo, delegado de cultura en el gobierno de Luis Uruñuela[7], lo cierto es que el Carnaval de 1980 no pudo organizarse, a pesar de que el nuevo ayuntamiento democrático dedicó al mismo 100.000 pesetas en sus presupuestos de ese año.

Por su parte, el Cineclub Universitario de Granada (fundado en 1953) proyectó un total de 47 películas de temática homosexual entre el 22 de octubre y el 21 de diciembre de 1979[8]. Entre las cintas proyectadas se encontraban Los juicios de Oscar Wilde (Ken Hughes, 1960), Ernesto o la eliminación de la diferencia en Luis II de Baviera (Luchino Visconti, 1973), Luis, réquiem por un rey virgen (Hans Jürgen Syberberg, 1972), Los claros motivos del deseo (Miguel Picazo, 1977), El quimérico inquilino (Román Polanski, 1976), Bilitis (David Hamilton, 1976), Ocaña, retrato intermitente (Ventura Pons, 1978) y A un Dios desconocido (Jaime Chávarri, 1977).

Tras las primeras proyecciones, la situación en la ciudad fue enrareciéndose. Miembros de la fascista Fuerza Nueva, acudieron al Cineclub Universitario a su director, José Luis Lozano, pero al no encontrarlo cogieron a su hermano y le rompieron la mandíbula. Al finalizar el ciclo en diciembre de 1979, la Universidad procedió a la destitución del director del Cineclub y el cierre del mismo, se produjo la dimisión “voluntaria” de Nicolás Marín, secretario de Extensión Cultural de la Universidad por haber permitido la exhibición de un ciclo sobre cine gay. El director del Cineclub llegó a afirmar que “mi destitución, el cierre del Cineclub y la dimisión de Marín se debió a una maniobra política orquestada por los poderes fácticos de la ciudad: la burguesía, la Iglesia y la UCD”.

La violencia física y social organizada hacia los homosexuales andaluces y sus espacios de encuentro duró mucho más allá de la Transición.

En 1987 se produjo una movilización vecinal en el entorno de la calle Trastamara de Sevilla, donde existían varios locales de ambiente homosexual, para pedir el cierre de los mismos. Los argumentos clásicos (ruidos, molestias, etc.) no ocultaban la homofobia real de la movilización vecinal, que un medio como el ABC no tuvo reparos en recoger[9]:

LOS VECINOS DEL SECTOR ARJONA PROTESTAN LOS VIERNES Y SÁBADOS CONTRA LA INSEGURIDAD

Todos los viernes y sábados, a partir de las once de la noche, los vecinos de las calles Arjona, Luis de Vargas, Trastamara, Marqués del Duero y Marqués de Paradas se concentran en el sector para protestar por “la inmoralidad e inseguridad ciudadana reinantes en el sector”.

Según los afectados, las concentraciones continuarán en el cruce de Luis de Vargas con Trastamara hasta que la autoridad no satisfaga su demanda, mientras que se viole el derecho al descanso y hasta que no se restablezca la moralidad y la seguridad en la zona.

Los vecinos han convocado igualmente una manifestación antigay.  (el negrito es nuestro)

La presión de los vecinos se vivió por parte de los homosexuales sevillanos como una agresión a su libertad y derechos a disponer de espacios de esparcimiento. Por ello, el Frente de Liberación Homosexual de Andalucía, la única organización existente en la ciudad en aquel momento, convocó una concentración de rechazo a la actitud vecinal para el 2 de abril, que finalmente se pospuso al 8 de abril de 1987[10].

A penas tres años después, volvió la violencia explícita a la noche homosexual Sevilla. En 1990, se comenzó a producir actos violentos hacia homosexuales y bares de ambiente, que en un principio no fue denunciado por las víctimas, muchas de ellas no visible en sus entornos familiares y sociales.

Las agresiones solían ocurrir los fines de semana, cuando un grupo de personas con simbología fascista buscaban y agredía a homosexuales en los entornos de los bares de ambiente de la plaza de la Alfalfa y de la Alameda. La violencia fue aumentando hasta que entraron en el Ítaca (la primera discoteca gay de Sevilla) situada en la calle Amor de Dios, donde agredieron a sus propietarios y a algunos clientes y explosionando petardos[11]. 

Tras estos sucesos, Antonio Campillo, copropietario del Ítaca, denunció los hechos a la policía, y puso en conocimiento tanto de los grupos municipales como del gobernador civil de Sevilla, a través de la dirigente socialista Amparo Rubiales (a la sazón senadora por la provincia), las numerosas agresiones que se estaban produciendo.

Debido a la falta de denuncias, la policía buscó los partes de lesiones de los centros hospitalarios y de urgencias, localizando a las víctimas en sus domicilios. Esta actuación policial, tan bien intencionada como mal ejecutada, provocó que muchos homosexuales agredidos se vieran de pronto obligados a manifestar públicamente su orientación sexual ante su círculo familiar y social.

Finalmente, a principios de 1991 la policía desarticuló la banda criminal. El País, en su edición del 12 de enero de 1991, lo recogió de la forma siguiente:

Detenida una banda que apaleaba a prostitutas y homosexuales en Sevilla

La brigada de información de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla ha conseguido la desarticulación de un grupo de jóvenes vinculados a la extrema derecha que desde hace algún tiempo venía atacando a prostitutas y homosexuales. Los ocho detenidos, que se autodenominan comando de Extrema Derecha, se dedicaban además a colocar petardos y artefactos explosivos de escasa potencia en bares, contenedores y papeleras de las zonas más frecuentadas por estos colectivos.

Los jóvenes ultraderechistas, algunos de los cuales tenían antecedentes delictivos y ya han ingresado en prisión, iniciaron sus acciones el 11 de octubre del pasado año. Ésa noche, unos desconocidos penetraron en un bar de la calle Amor de Dios, cercano a la Alameda de Hércules, y se dedicaron a apalear a propietario y clientes, causándoles a algunos de ellos lesiones de pronóstico reservado, según informó ayer la Jefatura. Superior de Policía de Sevilla. Días después de la agresión el propietario del establecimiento recibió en su domicilio un escrito anónimo en el que se le amenazaba con nuevas acciones violentas. Al final de la nota aparecían las palabras "Dios, Patria y Justicia". Desde ese día las acciones violentas contra prostitutas y homosexuales, así como la colocación de artefactos explosivos en establecimientos frecuentados por estos colectivos, se sucedieron en la capital andaluza. Una carta al director publicada por este periódico el pasado día 30 de noviembre de 1990 contaba el caso de una persona agredida. "Días atrás", decía la carta, "un amigo nuestro fue objeto de esta asquerosa y humillante violencia. Lo más amargo no fue, sin embargo, los puñetazos recibidos, sino el sentimiento de impotencia e indefensión que le quedó". Todos los partidos políticos con representación municipal en Sevilla firmaron una carta en demanda de protección para los citados colectivos.

La brigada de información considera al Comando de Extrema Derecha responsable de cuatro delitos de agresiones, uno de amenazas y otros siete de colocación de artefactos explosivos.

Tras el juicio, los acusados fueron condenados a leves penas de cárcel. Como curiosidad señalar que posteriormente uno de los detenidos frecuentaba con su novio el establecimiento que habían asaltado.

En febrero de 1995, el llamado “testigo número uno”, presentó una denuncia contra los dueños del pub Arny de Sevilla[12]. A raíz de la denuncia la policía estuvo vigilando los locales durante nueve meses y no pudo precisar si entraban menores o no. No obstante el Juzgado de Instrucción nº 13 de Sevilla inició el sumario. La vista oral se inició el 1 de octubre. Lo más sorprendente fue que la lista de imputados se publicó en casi todos los medios de comunicación, violándose así el derecho al honor y produciendo indefensión en los acusados. La sociedad reaccionaria y homófoba se frotó las manos.

La mayoría de los hombres fueron acusados basándose únicamente en las declaraciones de varios menores, de edades comprendidas entre 14 y 17 años, que se prostituían en la ciudad.

En la vista oral del juicio se retractaron 13 de los 59 menores testigos, exculpando a varios de los famosos acusados, diciendo varios que fueron presionados por la policía y la fiscalía para presentar dichas denuncias, mientras que otros dijeron que eligieron al azar a las personas que implicaron. Además se constataron numerosas contradicciones del testigo principal, el “testigo nº 1”, y la manifiesta animadversión del “testigo nº 19” hacia el juez de menores al que acusaba. Todos los clientes acusados proclamaron su inocencia, unos adujeron que no habían mantenido relaciones con ningún menor, otros que siempre habían supuesto que en dichos locales sólo había adultos y otros que ni siquiera habían ido nunca al Arny, como se confirmó en varios casos[13].

El local estaba en la zona de Plaza de Armas, donde como ya hemos visto antes la asociación de vecinos habían puesto “el grito en el cielo” en reiteradas ocasiones por la, según ellos, inmoralidad que reinaba en sus calles, espacialmente la Trastamara. Lo cierto es que antes de la EXPO’92 la zona estaba más bien “degradada”, como ocurría en el entorno de muchas estaciones, con personas de paso y pensiones. Con la rehabilitación del barrio, muy céntrico de la ciudad, y la desaparición de la estación de ferrocarril, sus calles y edificios habían cobrado un valor que antes no tenía.

Se le llamó “Caso Arny” pero no fue contra ese local, también contra el 27 y el Valentino. La acusación era de prostitución de menores. Después los dos últimos cerraron. Sin duda, la alargada lista de famosos denunciados hizo del asunto un jugoso caso para la prensa, que de otra manera no hubiera tenido. Terminado el juicio sólo fueron a la cárcel el dueño y el encargado del Arny, pero todos los que tuvieron que pasar por el juzgado quedaron “manchados” por un juicio popular que se puede recordar como uno de los más negros episodios de nuestro país en lo que a la homosexualidad se refiere. Homosexualidad, homofobia y “caza de brujas”. Lo más curioso, tal vez, fue que los mismos chicos/testigos/chaperos que presentaron la denuncia la retiraron, y los famosos que estaban previamente acusados quedaron absueltos.

Prácticamente en todas las informaciones que aparecieron en esos años se identificaba homosexualidad con pederastia. La presunción de inocencia que estima la ley no apareció jamás por ningún lado y de eso se encargó especialmente un personaje de aquellos años tan “peculiar” como Encarna Sánchez desde los micrófonos de la COPE.

El 20 de marzo de 1998 se publicó la sentencia del juicio. De los cuarenta y ocho acusados treinta y dos fueron absueltos, entre ellos los más famosos que fueron carnaza para la prensa y la homofobia. “La Audiencia de Sevilla no halló pruebas contra 32 de los 48 acusados, y considera que las contradicciones y, en algunos casos, la “animadversión” de los testigos hacia varios procesados obliga a dejar libre a la mayoría de los trabajadores del famoso local sevillano y a casi todos los clientes, entre ellos los cantantes Jesús Vázquez y Javier Gurruchaga, el humorista Jorge Cadaval, el juez de menores Manuel Rico Lara y Antonio Tejado, hermano de la cantante María del Monte”[14]. Los condenados fueron los dos principales promotores del bar, ocho empleados y a seis clientes. En la mayoría de los casos los absueltos lo fueron debido a las contradicciones, falta de credibilidad e incluso mentiras de los testigos.

El “testigo número uno” quedó en peor lugar que sus compañeros de denuncia. A este, José Antonio Sánchez Barriga, el tribunal le dijo que “Absolutamente ninguna credibilidad merece al tribunal habida cuenta de las múltiples declaraciones prestadas y contradicciones en que ha incurrido, ignorándose cuándo ha dicho la verdad, si es que alguna vez la ha dicho”. Sánchez Barriga acusó directamente a Manuel Rico Lara, juez de menores, y tenía claros motivos de animadversión, pues este juez le retiró la guarda y custodia a su madre y había decidido su internamiento en un correccional. Por supuesto que no se puede tener sexo con menores de edad, y no estamos diciendo que el juez lo tuviera, pero este, el internamiento en el correccional de Sánchez Barriga, fue el motivo oculto de la denuncia y no otro.

A Carlos Saldaña, dueño del pub, le impusieron treinta y tres años de cárcel, dieciocho por haber facilitado seis relaciones sexuales entre clientes y menores y el resto por cinco actos mantenidos por él mismo. A José Antonio González Losada, el encargado, igualmente dieciocho.

Jesús Vázquez, una de las caras más mediáticas de las acusaciones, define aquel años como “una de esas historias negras y sórdidas de la historia de la sociedad y justicia españolas… “Fue el último intento de las cavernas, las fuerzas reaccionarias y el poder homófobo para asestar un golpe a la libertad y la tolerancia”[15].

El 11 de marzo de 2016 se publicó que el “Caso Arny” quedaba definitivamente archivado.

En abril de 2004 el “testigo número uno” fue encarcelado por un asesinato en Brenes (Sevilla).

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[1] Barbancho, Juan Ramón, Baya, Alfonso. Ser tú misma era un delito (2017). Las Liebres Muertas.

[2] En el verano de 2017, durante una conversación con la activista lesbiana gaditana Carmen Zurita, asidua a los bares de lesbianas de Rota a principios de los ochenta frecuentados por marines norteamericanas, concluimos la necesidad de un estudio de estas características.

[3] Según hemos podido averiguar, el homosexual fue Francisco Cambrollé, miembro del MHAR (actualmente Mar Cambrollé), y la feminista fue Margarita Laviana. No hemos podido localizar el nombre del preso social.

[4] Morterero, Pablo. Andalucía y la memoria homosexual. https://www.elplural.com/andalucia/2017/08/16/andalucia-y-la-memoria-homosexual (Consultado el 02/01/2018)

[5] Entrevista a Antonio Campillo y a Antonio Morillo. Agosto de 2017.

[6] Hay que recordar que las primeras elecciones municipales democráticas tras la dictadura no se celebrarían hasta un mes después, el 3 de abril de 1979, por lo que el ayuntamiento de la ciudad seguía dirigido por la derecha conservadora sevillana.

[7] Según publicó ABC: El delegado de Cultura y Fiestas, por supuesto, está en contra de cualquier actitud de los organizadores que supongan una marginación para otros sectores de la población que deseen participar en los carnavales y aspira a que todas las actuaciones y manifestaciones que se desarrollen sean dentro del espíritu de la fiesta: “Que en el carnaval sevillano no vayan todos los participantes vestidos de Sorayas – comentó el señor Ortiz Nuevo-, sino que haya amplia variedad de disfraces” (el último entrecomillado en negrito en la edición del periódico) 24/01/1980

[8] Martín Martín, FM y Sánchez Alarcón, I. La invisibilidad manifiesta: La homosexualidad en el cine y el cierre del cineclub universitario de Granada durante la Transición Política. Razón y Palabra: Primera Revista Electrónica en Iberoamérica Especializada en Comunicación. http://www.razonypalabra.org.mx/N/N85/M85/04_MartinSanchez_M85.pdf (Consultada el 12/12/2017)

[9] ABC. Jueves, 26 de febrero de 1987.

[10] Según escrito dirigido al gobierno civil por parte del FLHA el 1 de abril de 1987. AMAA

[11] Entrevista a Antonio Campillo y Antonio Morillo. Agosto de 2017.

[12] El juicio empezó el 1 de octubre de 1995 y la sentencia se emitió el 18 de marzo de 1996.

[13] https://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Arny


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